Sideroxylon foetidissimum Jacq.
SapotaceaeMuchas veces referenciado con el sinónimo Mastichodendron foetidissimum, este árbol es nativo del Caribe, presente en las Antillas, los estado de Campeche y Quintana Roo en México, Belice, Guatemala y Florida. Su nombre científico deriva del griego sideros, “hierro”, y xylon, “madera”, aludiendo a su dura madera, muy valorada para la construcción de barcos. El epíteto latino, “fétido” en superlativo, se debe al mal olor que desprenden sus flores de color naranja. Dichas flores, de mal sabor para el hombre, sí son muy apreciados por la fauna, que ayuda a dispersar sus semillas.
El hecho de que su semilla tenga un endocarpo tan duro se debe a que requiere para germinar el paso por el tracto digestivo de ciertas especies animales, lo que implica que cuando hay un desequilibrio ecológico, tanto el vegetal como el animal entran en riesgo de desaparición. Esto ha sucedido ya con algunas especies del mismo género, como el Sideroxylon grandiflorum, el llamado “árbol del dodo” de Isla Mauricio. En los años 70 solo se conocían 13 ejemplares de este árbol, todos ellos estimados con una edad mayor a 300 años. El biólogo americano Stanley Temple se dio cuenta de que precisamente en el siglo XVII se había extinguido el dodo en la isla, por lo que en 1977 decidió alimentar pavos con sus frutos y logró que las semillas germinasen, probando así su teoría, aunque no se descarta que otros animales ahora extintos jugasen el mismo papel atribuido al dodo. Un pariente del género nativo de las islas Canarias, el Sideroxylon canariensis o marmulán, puede que hoy sea una especie escasa y muy amenazada debido precisamente a la disminución de algunas aves que podrían tener un papel similar al del dodo en la propagación de la especie.